A Pablo, y al pequeño filósofo que lleva dentro.


Martina cerró los ojos y respiró hondo. Parecía increíble, pero podía ver cada rincón de aquel escenario con una claridad aplastante. Era tan real, que por un momento olvidó su objetivo y se centró en disfrutar de nuevo de todo aquello, de oler la pasta de dientes, de sentir el pijama sobre la piel, de oír el tintineo de las gotas escurriéndose por el grifo, de mirar sin buscar.

"REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LA AUSENCIA DE LA PATATA FRITA"
Mi último relato, un trabajo muy personal.











Podéis leer el resto del relato en el apartado Relatos y trabajos del blog. 

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