Cuando una mujer encuentra un libro (II) Paul Auster


"Tenía una cocina con claraboyas en el techo; un salón [...] una galería sobre el salón y tres habitaciones de proporciones idénticas: una para dormir, otra para trabajar y otra para almacenar las cosas que ya no era capaz de mirar pero que no me decidía a tirar"

"Es el resultado de mi cambiante fortuna, de la incoherencia de mi suerte. Sus tempestades no me han dejado a menudo más mesa para escribir que la roca contra la cual naufragaba"
(Extracto de "Memorias de ultratumba", autobiografía de François-René de Chateaubriand).

"Cuando di la luz, vi que tenía una marca de nacimiento en el lado izquierdo de la cara. Era una mancha púrpura del tamaño del puño de un hombre, lo bastante larga y ancha como para tener cierta semejanza con un país imaginario"






"Bueno, dije yo. ¿Qué te parece? Lo que me parece, respondió lentamente, es que si abro los ojos ahora, a lo mejor no estás ahí.
Sí, repuse, entiendo lo que quieres decir. Por lo otro, si no los abres, nunca sabrás si estoy aquí o no, ¿verdad?
Me parece que no tengo valor suficiente.
Pues claro que lo tienes. Y además, te olvidas de que tengo las manos metidas en la bañera. Te estoy tocando la espina dorsal y la rabadilla. Si no estuviera aquí, no podría hacer eso, ¿o sí?
Todo es posible. Podrías ser otra persona, alguien que pretende ser David. Un impostor.
¿Y qué estaría haciendo un impostor contigo en este cuarto de baño?
Llenarme la cabeza de fantasías perversas, hacerme creer que puedo tener lo que deseo. No es frecuente que alguien diga exactamente lo que quieres oír. A lo mejor he sido yo quien ha dicho esas palabras.
Puede. O quizá es que alguien las ha dicho porque lo que quiere es lo mismo que tú quieres.
Pero no exactamente. Nunca es exactamente, ¿verdad? ¿Cómo puede ese alguien decir exactamente las mismas palabras que yo había pensado?
Con su boca, de ahí es de donde salen las palabras. De la boca de alguien.
¿Dónde está esa boca entonces? Déjame sentirla. Aprieta esa boca contra la mía, señor. Si la siento como debo sentirla, sabré que es tu boca y no mi boca. Entonces quizás empiece a creerte."




"The book of illusions", de Paul Auster



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