La paradoja de la juventud

Os describo el contexto:


PERSONAJES: Laura
LUGAR: Hall del edificio de su compañía de danza
(Las horas de ensayo de Laura han terminado, pero aún tiene que esperar una hora antes de irse a casa. Teniendo algo de tiempo que matar, Laura continúa con la lectura de su libro)
ATREZO: Libro "Yes please", de (la sensacional) Amy Poehler
ANOTACIÓN: A Laura nunca le ha gustado la expresión "tiempo que matar"


Cada vez me fascina más el modo en el que los seres humanos somos tan idénticos y a la vez tan únicos y originales. Esto se ve perfectamente leyendo biografías, viendo biopics o simplemente escuchando anécdotas y opiniones de otros susodichos seres humanos. En este caso concreto ha sido el capítulo 7 ("Talk to yourself  like you're ninety") de la parte 1 ("Say whatever you want") del libro mencionado el que me ha echo darme cuenta de esta paradoja, de este hecho que me hace sentirme identificada pero también genuina. Y de paradojas quiero hablaros hoy.

Creo que no hace falta decir que desde la adolescencia hasta la edad adulta todos nos sentimos un poco confusos, apartados, no comprendidos y, en definitiva un total y absoluto desastre. Se trata de la época en la que experimentamos, cometemos errores que nos harán fuertes y sabios, nos dejamos llevar por la aventura y la vida de modo que nada es absoluto, certero o claro. En mi caso, esta confusión joven se traduce en miedos, poca estabilidad y, como ya comenté en otras entradas una tristeza, leve pero general, que me lleva a cuestionar todas las decisiones tomadas y por tomar.
Cuanto más intentamos saber del mundo, más patidifusos nos quedamos. Nuestra mente y nuestro cuerpo son aún un misterio. No hemos terminado de saber quienes somos, y estamos incómodos en nuestra propia piel.
Por supuesto, esto no es tan absorbente como lo pinto. La juventud es bella, divertida, excitante. Sin duda recordaremos nuestra vida juvenil con nostalgia.

El capítulo que he leído hoy en el hall de mi trabajo habla del momento en el que se llega a la edad adulta, de cómo uno comienza a aprehenderse, a saber quién es, lo que quiere y lo que necesita. Describe una sensación hogareña y satisfactoria que surge en nuestro interior cuando sólo importa e interesa aquello que te hace feliz, aquello que consideras importante, cuando no es relevante el qué dirán, cuando te aceptas tal y como eres y sabes vivir dentro de tu cuerpo.
No es la primera vez que oigo esto, y estoy comenzando a verlo como un futuro cercano, un avenir excitante, y ya que hablamos de contradicciones, una utopía que llega.


La paradoja reside en que es precisamente este conocimiento, esta sensación y bienestar emocional el que nos hace falta para poder aprovechar y disfrutar de nuestros años más jóvenes. Tenemos la energía, las ganas y el mundo a nuestros pies, pero la confusión y constante cambio nos impiden abrazar este carpe diem que está tan de moda. Pensamos en el futuro, somos impacientes y nunca estamos seguros de nada. Es un círculo vicioso que se transmite de generación en generación.
Y es que la confusión y extraño temperamento son necesarios para desarrollarnos como adultos que lleguen a conclusiones y filosofías de vida sanas y fructíferas. Esta es también la razón por la cual no podemos escuchar a nuestros padres y cometemos todos los mismos estúpidos errores una y otra vez. No hay mejor profesor que uno mismo... o algo parecido.

Visto así, tampoco me parece un sistema horrible, tan sólo me pregunto cómo sería un adolescente o joven que viviera su vida con una mentalidad completamente desarrollada o una filosofía de vida bien bien definida. Me gustaría verlo, pero me voy a quedar con las ganas.  


Comentarios

  1. Qué interesante tu reflexión. Yo creo que se es joven durante tanto tiempo como uno desee. No es una cuestión de edad o números, sino de actitud. Ser joven significa tener una mente abierta, estar dispuesto a aprender y no haber perdido la inocencia, la capacidad para maravillarse ante la vida y sorprenderse. Y eso no acaba pasados los veinticinco ni los treinta. Acaba solo cuando así lo deseas.

    Hay gente vieja con veinte años: gente que está de vuelta de todo, gente que considera que ya ha alcanzado el culmen de sí mismos, que ya ha aprendido todo cuanto necesitaba. Y hay críos de ochenta años, desesperados por disfrutar, aprender y vivir.

    No tengas miedo, la naturaleza es sabia. Esa confusión tan propia de la adolescencia y la primera juventud sirve para reafirmarnos, para obligarnos a descubrir quiénes somos y para encontrarnos a nosotros mismos. Se irá. Y entonces comprenderás, como dices, que lo único que importa es ser uno mismo y ser feliz, y todo lo demás es secundario.

    De hecho, intuyo que ya estás casi allí. Bienvenida. Te lo vas a pasar en grande, :D

    ResponderEliminar

Publicar un comentario